"Nunca atribuyas a la maldad lo que puede explicarse por la incompetencia o el descuido." Antes de pensar que alguien te quiere perjudicar, considera que puede ser un simple error o falta de información.
Si tienes dos explicaciones para un problema, la más sencilla suele ser la mejor. Úsala para evitar sobrecomplicar problemas y enfocarte en lo esencial.
No pierdas tiempo en justificarte frente a afirmaciones sin fundamento. Si alguien hace una afirmación extraordinaria, necesita aportar evidencia.
A veces, buscar la perfección te impide avanzar. Si algo es lo suficientemente bueno y funcional, sigue adelante en lugar de quedarte estancado.
No pierdas tiempo en debates teóricos que no cambian nada en la práctica. Prioriza las decisiones y acciones que realmente generan un cambio.
Si una teoría no puede probarse ni refutarse, no es científica ni útil para la toma de decisiones. Busca información y argumentos sólidos antes de actuar.
Muchas veces, el problema no es lo que el otro dice, sino cómo lo interpretamos. Antes de juzgar, asegúrate de haber entendido correctamente.
Para tomar buenas decisiones, asegúrate de comprender realmente el problema. Simplifica los conceptos antes de actuar.
Cuando enfrentes una decisión, aplica estas reglas mentales y verás cómo tu pensamiento se vuelve más claro y efectivo. ¡Menos ruido, más claridad!